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Fieramente humanos. Retratos de santidad barroca

30.9.2023 – 18.02.2024

Comisariado: Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de Valencia
Exposición organizada en colaboración entre el Museo Carmen Thyssen Málaga y el Museo de Bellas Artes de Valencia

Auspiciada por la doctrina contrarreformista y apoyada con fervor por la clientela artística, la representación de santos y santas experimentó un extraordinario auge en el arte español del siglo XVII. Siguiendo las exigencias tridentinas de utilizar estas imágenes para mover a los fieles a devoción, el barroco naturalista alcanzó en estas iconografías cotas de absoluta maestría, en retratos de intenso realismo y enorme carga dramática y efectividad emocional.

En este proyecto de colaboración entre el Museo Carmen Thyssen Málaga y el Museo de Bellas Artes de Valencia, una selección de unas cuarenta obras revisará esta temática, proponiendo una mirada actual a estas imágenes, capaces de impresionar, hoy como entonces, de forma muy vívida. Y resaltando su doble condición de instrumentos de propaganda de la fe, con un sentido alegórico de gran calado en la devoción popular, y de descripción universal y atemporal de las flaquezas de unos seres fieramente humanos, alejados de toda belleza idealizada por una pintura casi hiperrealista de las texturas de cuerpos, tejidos y objetos, una iluminación dirigida y contrastada, de sombras negras y amenazantes y potentes haces de luz que destacan a los personajes, y formatos monumentales que aumentan la impresión sobrecogedora de estas piezas.

Durante más de medio siglo, desde los primeros artistas que se hicieron eco del austero y oscuro naturalismo inspirado por Caravaggio y José de Ribera, hasta la irrupción del barroco pleno, seducido por el color veneciano y las formas exaltadas de Rubens, una larga nómina de pintores exploró la convivencia de realismo y devoción en estas temáticas bajo el eco, siempre presente, del naturalismo más desabrido.

Desde Valencia, Sevilla o Madrid, entre otras muchas escuelas regionales, los santos dejaron de ser sólo iconos de divinidad para exudar humanidad y en sus retratos los mejores artistas del período dieron forma a todo un «arte de ver», un extenso caudal de imágenes nacidas para persuadir y conmover, y de una belleza y originalidad pocas veces vista en Europa, que en España supuso una indiscutible cumbre creativa.

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